CONTRASEÑAS MENORES PARA DELITOS MAYORES

El Grupo de Delincuencia Económica y Tecnológica de la Policía explica cómo se desarrolla una investigación en la Red

ROCÍO SÁNCHEZ RODRÍGUEZ

Hay menores que te dejan con la boca abierta de lo que saben hacer en Internet. Ahora mismo estamos investigando un caso de un chico, que ya tenemos identificado, que le ha robado a otro su perfil de la red social Tuenti, de Facebook y el usuario de sus juegos en red. Lo que hizo fue mandarle por correo electrónico un archivo engañoso que se suponía que era un acceso a un juego, cuando en realidad era un virus que se instaló en su ordenador y gracias al cual pudo robarle todas las claves y cambiarlas. Estos virus los pueden hacer ellos mismos, pero también se pueden encontrar en la propia Red. Internet es enorme. En buscadores como Google se encuentra de todo». El que habla es Enrique García, subinspector del Grupo de Delincuencia Económica y Tecnológica de la Jefatura Superior de Policía de Badajoz.

García forma parte de un equipo que vigila Internet y las redes sociales para hacer frente a los delitos que se cometen en un medio casi sin límites donde, aparentemente, prima el anonimato.

Estos delitos -llamados tecnológicos- son cada vez más numerosos en Extremadura. Esta misma semana la Policía Nacional detenía a un vecino de Badajoz por suplantar la identidad de un familiar en un red social e «insertar mensajes de mal gusto en los perfiles de sus contactos», según manifestaron las fuentes policiales.

Esta ‘usurpación del estado civil’ -así se le llama en el Código Penal- es muy habitual en la Red; y lo más llamativo es que los menores son, con frecuencia, protagonistas en este tipo de casos en los que suele estar implícito el acoso escolar. «Hemos tenido ahora el caso de dos alumnos de un colegio, hace dos semanas tuvimos otro… Está a la orden del día», asegura el subinspector García. «Intentamos atajarlo cuanto antes», apostilla.

Pero, ¿cómo se desarrolla la investigación dentro del Grupo de Delincuencia Económica y Tecnológica? «Lo primero es tener una prueba. Puede valer una captura de pantalla en la que aparezca algún comentario, por ejemplo. Si quien denuncia no aporta la prueba, la buscamos nosotros, pero nos tienen que orientar un poco, no podemos rastrear todo Internet. Una vez que tenemos la prueba, se solicita a la red social que corresponda (Facebook, Tuenti…) datos de conexiones desde la fecha en que ha sido robado el perfil para averiguar la dirección IP (‘Internet Protocol’, una serie de números que identifica la conexión a la Red de un dispositivo: ordenador, teléfono móvil…). Después se solicita un nuevo escrito al juzgado dirigido esta vez a la operadora en cuestión (Movistar, Yoigo…) para que identifique al titular de esa IP», detalla García.

«Pero lo que se identifica -continúa-, es al titular de la conexión. Es decir, después hay que averiguar dentro de esa familia o de esa casa quién es el autor».

En este punto de la investigación la Policía habla con la víctima para averiguar si conoce a alguien que viva allí. «Puede ocurrir que por el nombre no lo conozca, pero le decimos en qué calle vive y entonces ya lo relaciona con alguien conocido».
El proceso suele durar unos seis meses, «por los requerimientos judiciales que hay que pedir».
Situaciones difíciles

El subinspector cuenta que vive difíciles situaciones cuando ya se tiene toda la información del caso: «Cuando le decimos a un padre que su hija ha tenido problemas en Internet a las tres de la mañana nos dice que es imposible, que a esa hora ella está durmiendo… Después la niña lo reconoce. ¿Qué pasa? Hoy día los menores se conectan a Internet desde sus teléfonos móviles, que los pueden tener debajo de la almohada…».

En este sentido, explica que si el delito se comete desde un teléfono, la investigación es más fácil porque además de la IP se deja como huella el número.

¿Qué artimañas usan los menores para delinquir por Internet? García habla de virus que se mandan a través de correos electrónicos, pero en numerosas ocasiones el proceso es mucho más sencillo: «Se dicen las contraseñas de su red social unos a otros cuando son amigos y después a lo mejor se enfadan y empiezan los problemas».

No son conscientes de las repercusiones legales que esta acción puede llega a tener. «En menores de 14 a 17 años, ha habido sanciones de hasta 12.000 euros por usurpar la identidad de otra persona en Internet. En adultos, el Código Penal establece de uno a cuatro años de prisión y pena de multa», nombra como ejemplos García. «También depende del tipo de delito. Si es la creación de un perfil sin más haciéndose pasar por otro, tenemos un caso de usurpación del estado civil, pero si además publicamos una fotografía de esa persona a la que estamos usurpando, ya entramos en otro delito de descubrimiento y revelación de secretos; y ocurre lo mismo si publicamos su número de teléfono o más información. En el caso del robo de un perfil de una red social, sólo con el hecho de quitar una contraseña, ya existe un delito de descubrimiento y revelación de secretos. Y si usamos ese perfil para insultar, también tenemos un delito de usurpación del estado civil».

24 horas al día

García alerta de que se puede hacer mucho daño con lo que se denomina ‘ciberbulling’. «Antes los niños se reían unos de otros en el colegio, ahora lo hacen las 24 horas del día porque siguen en las redes sociales».
Habría que recordar el caso que salía a la luz esta misma semana de un joven holandés de 20 años que sufrió acoso por Internet desde el colegio y hasta que inició sus estudios de Historia en la Universidad. Terminó suicidándose.
Por eso García insiste en la necesidad de denunciar cuanto antes. «Hay grupos especializados dentro de la Policía Nacional que sí se dedican a buscar posibles delitos que se pueden cometer en la Red. Pero en estos casos de redes sociales, es necesario una denuncia y una prueba para empezar a actuar».
A veces tienen que ‘jugar’ con los expertos en esconderse detrás de Internet, «que lo único que consiguen es alargar un poco más la investigación, porque al final se resuelve, sobre todo con menores. Siempre se comenten errores», asegura. «Cada vez que encendemos el ordenador y nos metemos en el ‘Firefox’ u otro explorador, ya se está guardando información, como mínimo la IP», añade.

No hay que olvidar que Internet, siempre, deja rastro.

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